Aunque seguramente quizá nunca tengamos todos los detalles de por qué Spanoulis renovó por sorpresa en el Olympiacos, las distintas fuentes consultadas en las últimas 72 horas nos permiten pintar un cuadro de cuanto sucedió desde el pasado jueves. Ese día se le empezó a escapar al Barcelona el jugador griego, la gran joya en el mercado europeo en un verano donde, precisamente, no hay estrellas de verdadero calibre para contratar ni traspasos a buen precio que entusiasmen al aficionado. No lo es desde luego un Nemanja Bjelica ahora mismo lejos del Barça.
La primera vez que el club azulgrana supo que Spanoulis estaría en el mercado fue el pasado febrero en la Copa del Rey de Vitoria. “No va a seguir en Olympiacos al 99 por ciento”. En la Final Four de Londres a primeros de mayo, lo mismo. Se quiere ir, es el final de un ciclo, le deben bastante dinero, está harto de la violencia en las gradas cada vez que hay un partido contra Panathinaikos…
Todo eso llegó a los oídos del Barça y los incidentes del último partido de la final del campeonato heleno, que no llegó a su final tras suspenderlo los colegiados por graves disturbios, afianzaron la decisión de Spanoulis de marcharse.
Su agente estaba en Barcelona el pasado jueves para el sorteo de la Euroliga, buen momento para estar cara a cara con los mandamases de los principales clubs de Europa y más cuando Misko Raznatovic es un importantísimo agente con jugadores de primer y segundo nivel en multitud de equipos de Euroliga y Eurocup.
Las conversaciones mantenidas con el Barça la tarde del miércoles habían ido bien. En el seno de la entidad blaugrana había plena confianza en que en esta segunda negociación cara a cara tras una preliminar de semanas antes había servido para acercar posturas. Quedaba rematar la faena.
Desde sus vacaciones en la costa, Spanoulis llamaba a través de un conocido a Barcelona para interesarse por si se había resuelto el tema fiscal, verdadero caballo de batalla puesto que los impuestos en Cataluña son altísimos comparados a Rusia o Turquía, sus otros posibles destinos.
Sin embargo, ese jueves en ese sorteo sucedió algo a espaldas del Barça. Los dueños del Olympiacos pidieron una reunión a Raznatovic y éste se fue a comer con ellos por primera vez en años. Asimismo, desde el Galatasaray hicieron a última hora una propuesta fastuosa al agente y le conminaron a montar una cita con su jugador para convencerle.
Ahí estuvieron los dos errores del Barcelona. Primero, ni hicieron venir a la ciudad al jugador ni fueron ellos tampoco a ver a su casa a Spanoulis para venderle lo que iba a ser su presencia en el Barça. Segundo, dejaron irse a su agente sin firmar un documento, un preacuerdo, algo que le comprometiera.
Los dueños del Olympiacos convencieron a Raznatovic para que Spanoulis se sentara con ellos una última vez para ver si podían cambiar su opinión de renovar, algo que parecía más un gesto de cortesía que otra cosa. El base iba a ir sin su agente, que estaba de boda este pasado viernes, y cuando el Barça supo eso empezó a sospechar que todo se iba al garete porque su agente es quien le podría haber frenado.
Raznatovic le había dicho que escuchara a su club pero que no tomara una decisión, que lo hablarían todo con calma el sábado. Pero Spanoulis se vio presionado, en una encerrona: eres la bandera del club, te subimos la oferta, te pagamos los atrasos, si te vas los aficionados ultras no te van a perdonar y no lo van a olvidar… El base no supo decir no… y eso que hasta Navarro, tras consultar con el club, decía en Andorra que parecía que el fichaje estaba cerca. El capitán no iba a decir algo así sin tener la seguridad de su afirmación.
Raznatovic se llevó una sorpresa el sábado al conocer lo sucedido. El jugador tiene la última palabra y su representante no puede firmar sin él. Spanoulis dio la suya al Olympiacos y dejó en papel mojado la que dio Raznatovic al Barça.