Hace 25 años exactamente el baloncesto en Europa vivió el shock de la creación de la Euroliga como una competición privada organizada por un grupo de clubs al margen de la Fiba. La Federación Internacional presionó, amenazó pero no pudo frenar el nacimiento de la competición que sustituía a la vieja Copa de Europa, que ha servido siempre para tener un gran producto al tiempo que quedó siempre marcada por ser un club exclusivo de equipos que van al margen del resto del baloncesto, que sólo miran por sus intereses, que realizó vetos a equipos simplemente por ser pequeños como el Brose Bamberg y el Montepaschi Siena al tiempo que apostaba por ir a ciudades grandes con sonoros fracasos, véase el London Towers o una Final Four en Londres que pasó desapercibida o las invitaciones al Alba Berlín, que compitió bien una temporada y mal todas las demás. Asimismo, ha quedado de manifiesto que un buen producto deportivo queda cojo con la falta de ingresos que vive el baloncesto. La Euroliga no ha sido un éxito a nivel económico, todo lo contrario, así que son clubs de fútbol y multimillonarios los que sostienen la mayoría de los equipos.
Ahora nos aprestamos a vivir, en 2026 pero ya en 2025 tendremos los primeros capítulos, otro momento de conflicto porque no se atisba opción de que ambas partes se entiendan. Por un lado tenemos a la Euroliga con sus 13 equipos con licencia A firmando un contrato de diez años para seguir en el torneo y cláusula de penalización para que quien abandone este selecto club. Por el otro, a la FIBA y a la NBA. La liga estadounidense lleve meses anunciando su intención de expandirse por Europa y sus planes ya están prefijados. Se habla de estar en cuatro ciudades y parece que se abandona la idea que se manejó de comprar parte de las acciones de la ECA, la sociedad que gestiona la Euroliga.
La FIBA lleva más de un año hablando con la NBA, especialmente Jorge Garbajosa como presidente de Fiba Europa. El problema es decidir ahora si la NBA va a un modelo de estar en grandes capitales al margen de los equipos sitos en ellas, por ejemplo en Estambul y en Londres, y qué tipo de franquicias se estructuran.
Pero lo que se aprecia desde fuera es que no hay ni inversores ni jugadores para que choquen, como hace 25 años, la FIBA y la Euroliga. El contrato de diez años de la Euroliga con la empresa de marketing IMG no ha supuesto mucho crecimiento a nivel económico. Se desea seguir con ellos pero en otras condiciones. Asimismo, convertir al Mónaco, el Partizan o el Estrella Roja en equipos con licencia fija, incluso al Valencia Basket, es un paso en la nueva hoja de ruta. Tendrán que pagar un fee anual por su licencia pero habrá a cambio un colectivo de clubs, los de más tradición y poderío econímico, dentro de la Euroliga. Enfrente, la NBA, que si llega de verdad, con dinero y a colonizar Europa será imparable y puede llevarse, aparte de sponsors, una buena parte de la atención de los aficionados.