Sergio Scariolo, el extranjero más nuestro

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Cuatro oros europeos, un oro mundial y un bronce olímpico. Esos son algunos de los éxitos de Sergio Scariolo. No están todos, claro; pero sí los que aparecen en las primeras líneas cuando uno intenta resumir la carrera de alguien que ha convertido al baloncesto en una especie de arte de guerra.

Aunque nació en Italia, basta escucharlo hablar o ver cómo celebra un título de la selección española para darse cuenta de que su vínculo con España va bastante más allá de lo que diga el pasaporte. Su acento es mezcla mediterránea. Su corazón, también. Desde sus primeras etapas como entrenador en su país de origen, Scariolo mostraba una madurez impropia para su edad, convirtiéndose en el técnico más joven de la historia en debutar en la división italiana, que se dice rápido. 

Con 36 años es cuando el técnico de Brescia aterriza en el Tau Cerámica. Para, al poco tiempo, recalar en el Real Madrid. Según contó en una entrevista para RNE, su llegada a España “fue una elección que había preparado antes de recibir una oferta” En sus propias palabras, ya en Bolonia se había interesado por “aprender castellano y cosas sobre el baloncesto español”. Por lo que, al llegarle la oferta del Baskonia, no se lo pensó dos veces. Y menos mal, porque su obsesión por el más mínimo detalle, su exigencia prácticamente quirúrgica y su dominio del tiempo muerto al más puro estilo de un director de orquesta con partitura de 20 segundos, le han ayudado a dejar una impronta considerable.

Todos aquellos años serían el prólogo de su verdadera época dorada, que empieza en 2009, cuando despega su camino como seleccionador nacional de España. El reto no era para cobardes, tenía por delante a una generación que estaba a punto de brillar o de apagarse. Pero el italiano se adaptó, moldeó el talento que había en el banquillo y le dio forma, regalándonos uno de los momentos más gloriosos del baloncesto español.

Tres fueron los campeonatos de Europa que ganamos de forma consecutiva: 2009, 2011 y 2015. Y cuando parecía que habíamos tocado techo, llegó el Mundial de China, un campeonato épico en el que España, sin grandes estrellas de la NBA, se impuso a las previsiones de las casas de apuestas online con garra y defensa. ¿En el centro de todo? De nuevo, él. Con su traje impecable, las manos cruzadas tras la espalda y esa mirada que parece estar siempre dos jugadas por delante. 

Pero no vamos a hablar solo de medallas, porque Scariolo es más que un nombre detrás de numerosos títulos. Es también el respeto que le ha mostrado a sus jugadores, la confianza y esa filosofía de trabajo que pone por delante al equipo antes que los egos (algo cuanto menos difícil de controlar en este y todos los deportes). Y el tiempo lo sigue demostrando. Desde aquella España campeona de 2009 a la de 2022, el estilo se ha mantenido, con jóvenes como Juancho Hernangómez o Usman Garuba. Sí, la pizarra ha cambiado, pero la esencia es la misma y solo cuando uno mira al entrenador, lo entiende.

Por si fuera poco, en paralelo a su trabajo con la selección, Scariolo tampoco es que haya pasado desapercibido. En 2018 dio el salto que merecía a la NBA como asistente en los Toronto Raptors. Pocos entrenadores europeos han logrado dejar huella al otro lado del charco. Él lo hizo, sin alardes, con la misma serenidad que acostumbra tener. Esa que podemos ver cada vez que habla o imparte conferencias. Porque más allá de la cancha, el italiano escribe, reflexiona y le muestra al mundo su visión sobre este deporte. Ni frases rimbombantes ni aspavientos, tan sólo modestia.

Por eso y mucho más, en 2022 fue distinguido con la Medalla de Oro de Málaga, como forma de premiar el vínculo tan estrecho que lleva manteniendo con nuestro país desde hace años, contribuyendo de manera intachable al éxito del deporte nacional. Y es que cuando alguien consigue que un país entero sienta suyo a un entrenador nacido en otro rincón del mapa, es que ha hecho algo más que ganar partidos.

Ahora, con el Torneo Ciudad de Málaga en marcha tras el cierre de la preparación en el centro deportivo Triángulo de Oro, el seleccionador reafirma su compromiso: “brindarle un buen espectáculo al público de Málaga”. Aunque valora la actitud del equipo en esta primera fase de entrenamientos, tampoco esconde el reto que supone: muchos de los jugadores apenas han jugado juntos y el perímetro se encuentra en plena reconstrucción. Así, el torneo servirá como banco de pruebas para construir la nueva identidad, la cual marcará la próxima etapa del baloncesto español.