El debut en una competición siempre tiene un punto de inquietud en los equipos, sobre todo cuando empiezas en casa. Ganar suele ser importante en esos partidos. El Real Madrid lo entendió bien, se veía en los días previos en las declaraciones de Pablo Laso y de sus jugadores. Sabían lo que había en juego. La nueva Euroliga puede ser traicionera: es un torneo muy largo ahora, pero se prevé igualdad y no fallar en tu pabellón es una premisa blanca. El Madrid no lo hizo y se impuso con autoridad al Olympiacos (83-65), una diferencia, eso sí, que creció mucho en los instantes finales..
El 42-40 al descanso resume la igualdad vista, los buenos minutos de unos y otros. Es más difícil explicar al que no lo vio la intensidad y concentración mostrada por ambos equipos en la cancha. Era la primera jornada y ambos querían ganar y dar un golpe en la mesa. Demostrar que están ya en octubre para competir.
Nada cambió en la reanudación, con la misma igualdad, intención de defender y Spanoulis y Llull al mando de las operaciones en cada bando. El conjunto heleno se puso por delante de forma efímera en el minuto 27 con el 49-51, aunque se llegó al último cuarto con un 62-53 tras un parcial de 9-0 y una fase de claro dominio madridista.
Se mantuvo (71-60, min. 34) un rato más y faltaba rematar a un Olympiacos al que le empezaban a faltar respuestas en ataque para apretar el final del encuentro. El 75-63 a tres minutos de la conclusión lo certificó.
83 – Real Madrid (24+18+20+21): Llull (22), Rudy (7), Taylor (3), Thompkins (2), Ayón (9) -cinco inicial-, Randolph (7), Hunter (4), Draper (2), Carroll (10), Doncic (11) y Reyes (6).
65 – Olympiacos (17+23+13+12): Spanoulis (12), Mantzaris (3), Printezis (11), Papanikolaou (4) y Milutinov (2) -equipo inicial-, Green, Birch (6), Young (1), Papapetrou, Agravanis (6), Hackett (6) y Lojeski (14).