Es decir, cuatro nombres sencillamente inaceptables para cualquier persona con dos dedos de frente. No digamos ya para alguien que ocupa un cargo de presidente de un equipo ACB. Si el Manresa, el Cai, el Joventut, el Lagun Aro, el Estudiantes, el Granada… aceptan tener de jefe a gente que ha trabajado para los clubs grandes y que ha contribuido a que Madrid, Barça y Baskonia hayan pasado por encima de ellos en temas clave es que son tontos. Deberían buscar en todo caso a un nombre vinculado a un club pequeño para que vele por ellos.
Si los que han elevado año a año los presupuesto de Barcelona y Real Madrid a cotas inimaginables para el resto y no creen en el tope salarial y sí en fichar a catorce tíos cada año haciendo imposible que un aficionado reconozca a su equipo tienen que dirigir el cotarro, mal vamos.
Pero es que además Martín y Maceiras están contaminados. En cuanto el Barça o el Madrid aparezcan beneficiados en algún asunto polémico o arbitral, la sombra de la sospecha caerá sobre ellos.
Por ello mismo, no puede estar en el cargo. Y menos si encima es desde hace tiempo el abogado de algún entrenador ACB y de algún jugador. Siempre habrá quien considere que se ha beneficiado a un ex representado por él.
Lo que quieren algunos clubs, y parece lo más sensato, es que el sustituto de Portela sea alguien cuasi desconocido. Vinculado al deporte pero no estrictamente al mundo de la canasta. Vinculado al mundo empresarial, con contactos en los consejos de administración de bancos y grandes empresas. Que descuelgue un teléfono y se le ponga el banquero de turno o un gran empresario. Y a su lado, que tenga un director general cuasi anónimo y respetado por todos que lleve el día a día de la ACB.