La asamblea de la ACB que se celebra esta mañana en Barcelona tiene más importancia de lo que parece por mucho que esté mal planteada y con un guión excesivo, una torpeza más de una cúpula gestora que los clubs toleran. Al final, lo único que caracteriza a Portela, Agustí, Queraltó, Freixa, Mario Hernando, Carreras y Oscar es su probada incompetencia. Si la ACB está tan mal en lo económico y como producto sugestivo para el aficionado deportivo es por ellos. Pero en vez de mandarles a todos a la cola del paro como merecen por años y años de mala gestión, los clubs tragan.
Agustí fue elegido como nuevo director general hace exactamente un año. A los seis meses, los clubs, prácticamente todos salvo un Barcelona que lo protege por los largos años de amistad y negocios con Sandro Rossell, estaban desencantados. Como esta web adelantó en exclusiva en su día su elección y nombramiento, además de pedir un tiempo de margen para ver si el nuevo director general funcionaba, también podemos decir que nos equivocamos.
«Su elección ha sido un fracaso», me lo han dicho una decena de presidentes en las últimas dos semanas. A ellos corresponde ahora hacer una nueva ACB mejor gestionada a medio plazo.
Son esos presidentes y clubs los que hoy votan en la asamblea unas cuentas que no se cree nadie. Otros años, el presupuesto y balance económico era objeto de reuniones de análisis previas y de una asamblea exclusiva. Hoy se votan sin ser analizadas con anterioridad y encima hay un larguísimo orden del día para tratar también el tema de los cupos formados localmente que no son tal y juegan con una licencia que no les corresponde y la situación del estamento arbitral.
Si a ello le unes el tema televisivo y el fracaso de la nueva política de marketing anunciada y pagada hace un año y pico… los clubs están ante una realidad muy preocupante y con la responsabilidad de encararla.
Pero me temo que no lo harán, sólo hablarán una cuarta parte y los demás mirarán hacia otro lado.