Lo más importante para entender lo que ha pasado en los últimos seis meses en el Caja Laboral es asumir que la realidad económica y deportiva de la entidad vitoriana ha cambiado. Hay tres millones menos de presupuesto que hace dos años, no hay un horizonte a corto plazo de poder aumentar los ingresos, ya no se puede competir por las estrellas de la Euroliga como hace 4-8-10 años, ahora el Khimki y los equipos turcos pagan una pasta, también el Armani Milano, y clubs como Donestk y Lokomotiv Kuban ofrecen dinerales pese a no ser más que segundones en Europa.
A partir de ahí, Caja Laboral está obligado a acertar con los fichajes de jóvenes que realiza. Las apuesta de Nocioni, Calderón, Macijaukas, Scola, Splitter y algunos más salieron bien y dejaron mucho dinero cuando se vendieron. Con otros no se acertó. La lista sería muy larga.
Pero ahora se trata de vender bien el próximo verano a Nemanja Bjelica y dentro de dos o tres años, a Pleiss o Causeur. Sólo así podrá sobrevivir el club baskonista.
Y todo ello mientras se compite y se hace necesario llegar al Top 16 de la Euroliga y a semifinales de la ACB, intentando que la Copa sea el torneo fetiche como tantas temporadas pues en 40 minutos se puede derrotar a Barcelona o Madrid. En un playoff a cinco partidos, hace falta un milagro.
Esa es la realidad. La segunda es entender que el ciclo Ivanovic había acabado porque su rutina desgasta y su exigencia es más asumible cuando tienes gente de físico privilegiado como lo tenían hace un lustro o una década Oberto, Nocioni, Calderón, Scola, etc.
El reciclaje táctico y personal en un entrenador es importantísimo y con Ivanovic no ha tenido lugar. Imposible pedir a los actuales jugadores lo que se pedía a otros distintos hace unos años.
Diez años en dos etapas son muchísimos en el deporte de alta competición. Querejeta lo sabía el pasado junio y por eso quiso despedir a Ivanovic, pero su alto contrato y la nula disposición del técnico a perdonar dinero y atrasos lo impidió.
Ahora han forzado su salida los resultados, las malas sensaciones, una plantilla estresada que no escuchaba a su entrenador y un vestuario bastante dividido.
Ha llegado el momento de que el Caja Laboral aprenda a vivir sin Ivanovic. Como el Estudiantes tuvo que aprender a caminar sin Pepu llevando las riendas y el Barça, sin Aíto.
Es tarea de Tabak suturar esas heridas y hacer rendir al buen plantel que tienen con nuevas armas tácticas y psicológicas. El técnico croata estaba en la lista de futuribles. Se le ficha con 42 años como una apuesta. Lamas tenía 35 cuando se le contrató en Vitoria en 1999. Scariolo, 36 a su llegada en 1997. Salva Maldonado, 40 cuando se le fichó. Ivanovic, 43 en el 2000 cuando aterrizó en la entidad baskonista. Perasovic, 40 como sustituto de Pedro Martínez en el 2005.
No es extraño que Querejeta haga estas apuestas. Pesic era más caro y más cascarrabias, menos permeable. El reto de Tabak es mayúsculo. Su sueldo, bajo. Su ambición, enorme. Su reto, el Top 16 y que Nemanja explote de una vez para que toda la institución se beneficie de ello.