¿Cómo mejorar una competición deportiva donde su máximo dirigente prefiere tener participando al Armani Milano como invitado, aunque no gane títulos y porque da audiencia en televisión, en vez de al Montepaschi Siena con siete Legas seguidas en su palmarés?
Lo dijo Jordi Bertomeu hace menos de tres semanas y lo ha vuelto a hacer hoy. Dice que no se le interpretó bien pero lejos de evitar el menosprecio que hizo al Montepaschi Siena o de pedir perdón, lo repite. Esto ha dicho el presidente ejecutivo de la Euroliga: «En Siena, con el proyecto más grande y fuerte del baloncesto italiano, siete años seguidos como campeón, algo que no había hecho nadie antes, sus audiencias eran tan pobres que las del Cantú resultaban muy superiores. Y las del Milán, sin grandes resultados deportivos, eran seis veces más elevadas». Pero que nadie piense que al Armani le ven dos millones de personas, no. Ni mucho menos.
Hay más ejemplos. Para un año que el Maccabi no gana la liga israelí de forma aplastante como suele, al campeón hebreo se le manda a la Eurocup. Que el Unicaja es noveno en España, no pasa nada. Y el pasado verano han dado una invitación a un cuartofinalista de la liga alemana como el Bayern Munich. Y hace tres años se la dio -y para dos años- al Armani Milano cuando fue también cuartofinalista en la Lega, misma posición que tuvo el pasado mayo, pero se le mantiene en la Euroliga.
Hay otra frase hoy en el As de Bertomeu muy buena: «Desde Valencia, Jerusalén y París me dicen que, si juegan la Euroliga, podrán invertir diez-doce millones. Y yo les digo: ‘cuando seáis suficientemente buenos, tendréis la licencia’. Pues el Bayern eso, cuartofinalista, no ha ganado nada ni tiene tradición ni nada parecido. Y gasta esos 10 millones que otros también pueden manejar… pero los alemanes ya han sido invitados. Él mismo lo dice: «Nosotros invitamos al Bayern de Múnich nada más ascender a primera división».
Pero no es el único tema en el que hay mentiras y contradicciones. Es conocido que en el 2010 se exigió «que los equipos que tienen licencia A deben jugar en pabellones de al menos 10.000 espectadores». No lo cumplieron ni CSKA, ni Montepaschi ni Barcelona. Pero en el 2012, indicó Bertomeu que «les damos una moratoria hasta el 2014 por los proyectos que nos han presentado. En el caso del Barça, hay una idea de construir un nuevo estadio y eso afecta al Palau». Pues bien, el CSKA ahí sigue, en un pabellón para menos de 5.000 personas y el nuevo Palau no estará antes del 2019.
En cuanto a la situación económica de distintos participantes de la Euroliga, con clubs arruinados y otros que viven de un multimillonario, caso del CSKA y las dos potencias griegas, Panathinaikos y Olympiacos, Bertomeu dice ahora: «Lo que queremos es establecer unos mecanismos, unos parámetros que determinen qué se puede destinar y a qué partidas. Un máximo para el salario de los jugadores, un máximo de contribución del propietario, un máximo de pérdidas que si superas deberás capitalizar en un determinado tiempo o te irás fuera. Parámetros ya aprobados que entrarán en vigor en la campaña 2016-17. Los clubes tienen ese tiempo para prepararse».
¿Dónde están esos controles financieros? Porque al comienzo de la Euroliga del pasado curso, en octubre, Bertomeu declaró que «vamos a trabajar en el capítulo económico de forma muy seria. Si vemos a un equipo que no está en condiciones de asumir los compromisos que supone jugar en Europa, pues ese equipo no lo hará».
Y todavía se permite el lujo hoy el tal Bertomeu de «sospechar» que no funcionan los controles en la ACB viendo la situación del Valladolid, que es idéntica a la de todos esos clubs de la Euroliga citados.