El pasado mayo supimos que Panko y Slaughter habían presentado un pasaporte para no jugar como estadounidenses en la liga española. Gracias a la diligencia de un trabajador de la Federación Española descubrimos que ambos presentaban el mismo número de documento, lo que hizo saltar la sospecha de que fuera duplicado o falso. Ambos jugadores los habían tramitado para dejar de ocupar plaza de extracomunitario en sus respectivos equipos, Fuenlabrada y Real Madrid. Con él podrían jugar más minutos en el caso de Slaughter o fichar por un equipo de Euroliga, aspiración de Panko.
Que ambos tuvieran el mismo número de pasaporte ha derivado con el paso de los meses en una investigación judicial en un juzgado de Madrid. Ojo, ambos jugadores pagaron y buscaron un pasaporte legal, no querían uno falso. Pagaron para obtener un documento oficial de Guinea Ecuatorial a instancias de la federación de aquel país. Un contacto inició los trámites con la federación del país africano y todo se hizo a través del consulado en Las Palmas con la mediación de un jugador de baloncesto hispano-guineano que es hijo de una importante persona en Guinea.
Cuando un juez abrió una causa por ese doble pasaporte de Panko y Slaughter, la policía intervino y la embajada de Guinera en Madrid corroboró que no eran legales. Así lo expresó en en una carta el pasado 30 de noviembre la embajadora que hoy publica La Vanguardia.
Por cierto, misma embajadora que el pasado abril y mayo indicó al Madrid y al agente de los jugadores que todos los trámites se habían hecho correctamente. Es decir, que los jugadores afectados son ajenos al hecho de que alguien extendiera documentos falsos.
De toda esta situación se deducen varias cosas. La primera es la ligereza o torpeza de la ACB cada vez que surgen estos asuntos. La Liga opta siempre por inscribir a cualquier jugador. Lo hizo en su día con las bodas de conveniencia de Savovic, Flis o McDonald aun sabiéndose que eran interesadas. También dio por bueno aquel pasaporte búlgaro de Mickeal cuando estaba en el Laboral Kutxa hasta que se supo que era falso. Inscribió a English en Tenerife pese a llegar con documentación de trabajo de futbolista…
Es decir, la ACB tolera todo esto y aquel pasaporte congoleño de Wallace con el Barcelona. Y el año pasado alargó el plazo para la Supercopa para que Baskonia y Madrid inscribieran a jugadores con pasaportes de Guinea Bissau buscados a toda prisa…
Sabe que puede ser problemático y desde luego nada ético. Pero la ACB lo tolera todo. Claro, ahora hay una causa judicial y todo cambia. Pero la ACB no se ha personado como parte perjudicada. Tampoco el Real Madrid. Sí lo hizo el Fuenlabrada.
Pues bien, esta temporada vemos cómo ningún club ha presentado ese tipo de pasaportes. Incluso Mike James, dado de alta como cotonou al principio, luego en octubre pasó a jugar como estadounidense al comenzar la Liga. Parece claro que por precaución y avisado por alguien de que había una causa judicial abierta pues la ACB la conoce desde septiembre.
Ahora hay dos posibles consecuencias con la causa judicial abierta por un juez en Madrid. Una es la penal para quien ha extendido un pasaporte falso. Otra es la deportiva si otros equipos afectados aducen alineación ilegal del Real Madrid en los trece partidos de Liga y la Copa del Rey que Slaughter jugó como guineano. Barcelona y Valencia Basket están ahí a la espera de cómo evolucionan los hechos.
