Con los 18 clubs más divididos que nunca, con los que quieren intentar poner orden y romper el eje de dos bloques que paraliza la ACB apenas escuchados y poco numerosos, la Asociación de Clubs se consume en el irrelevante caldo que ella misma ha puesto al fuego.
Ha sido tan decepcionante lo vivido en el último mes que sólo han hecho que aumentar los problemas y acentuarse la división. Dirigentes que se detestan y boicots descarados a nombres de peso para dirigir la ACB porque se mira el carnet y no el curriculum. Reproches incluso al que en busca de una salida cambia de voto para que haya consenso.
No se puede presidir la ACB si se es ‘sociata’, ‘pepero’, vasco porque sería afín a Querejeta, madridista, catalán o azulgrana.
Así de claro.
Candidatos con alguna de estas características, abstenerse. No os van elegir.
Así que todos los clubs consultados en los últimos dos meses asumían que no habría un candidato ampliamente votado. Así ha sucedido. Ellos mismos reconociendo que no darían con el perfil que satisfaga a la mayoría.
Si no les vale un ex secretario de Estado como Albert Soler, difícil encontrar nombres más adecuados. Lo dijo el representante del Bilbao Basket, Savovic, un ex jugador serbio que ahora asiste a este tipo de reuniones. Reproches más o menos velados de un lado a otro, elogios a Soler en su presentación pero luego no se le vota y no se dice por qué no. Lo mismo habría pasado con otro candidato de un perfil político distinto y una ciudad de nacimiento distinta.
Nada bueno va a salir de todo esto y tampoco parece probable que el 20 de enero, nueva fecha fijada, salga algún candidato. Poco tiempo se han dado para curarse las heridas de este proceso tan mal llevado y para que surja una tercera vía de al menos ocho clubs unidos y fuera de la órbita del Real Madrid y el Barcelona. Por eso es tan serio el riesgo de una división eterna y que se hable ya de la refundación de la ACB con la creación de una liga nueva, una asociación nueva y unos estatutos que la regulen nuevos.