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Homenaje al gran Chris Cornell, fallecido a los 52 años tras un concierto

Cada vez que muere un actor, escritor, cantante o deportista más o menos joven se nos rasga el alma. Mucho o poco según le hayamos admirado. A mí los fallecimientos de Prince y Bowie me impactaron levemente porque eran parte de mi vida pero no de mis momentos íntimos escuchando música, pero sí tengo conocidos que los admiraban profundamente. En cambio, Leonard Cohen me hizo casi llorar recordando alguna de sus canciones, por hablar de algunos de los que fallecieron en el fatídico 2016.

Es lo que tienen estas cosas, hay tantas cosas por escuchar, tantos estilos, tantos novelistas a seguir y películas y series por ver que cada uno se va construyendo su autobiografía músical, literaria y visual.

En mi caso, Soundgarden, Nirvana, Pearl Jam y Alice in Chains son imprenscindibles. Nunca sé qué banda me ha gustado más. Seguramente ‘los Alice’ pero llevo cuatro días escuchando el Nevermind de Nirvana una y otra vez en el coche tras mucho tiempo sin ponérmelo y apreciando todavía matices pese a las miles de escuchas previas.

Casualmente, el CD anterior que tenía puesto era el Superunknown de Soundgarden. Y en la mesa del salón está el sleeve de Down on the upside, otro discazo. Para repasar alguna canción hace unos días.

Así que cuando me ha saltado al twitter la noticia del fallecimiento repentino de Chris Cornell a los 52 años y tras tocar en concierto unas horas antes en Detroit me he quedado helado. Siempre he creído que el grunge fue un gran momento más allá de la etiqueta periodística. Simplemente fue un lustro con ocho megadiscos, dos por cada una de esas bandas de Seattle o sus alrededores porque Screaming Trees, Mudhoney, Mother Love Bone y Spinal Tap son algo inferiores. Luego ya hubo de todo, pero todavía grandes canciones en varios albums.

Con unos cantantes geniales, abrumadores y encima con excelentes músicos, guitarristas excelsos, dos en el caso de Pearl Jam, grandes bajistas y ‘bateras’ de exquisita técnica. Basta haberles visto en directo para saber que cuando se les hace de menos es una tontería. Gustarán más o menos pero fueron, o son cuatro grandes bandas.

No sé ni qué decir, sólo me ha apetecido escuchar a Cornell con su primera banda y con esos Audioslave con los que fabricó dos discos igual de memorables y un tercero inferior. Quien no los conozca mucho o los tenga algo olvidados, pues que le aproveche, sé que estas cosas son muy personales.

Me acuerdo muy bien del viernes noche de abril de 1994 en el que, aún no había Internet, se conoció el suicidio de Kurt Cobain y el shock que me supuso. También del domingo lluvioso de abril del 2002 cuando a media tarde se informó de la muerte de Layne Staley, que dejó cojos a los Alice in Chains. Vaya supertrío de vocalistas que se va a juntar donde quieran que estén.

 

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