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Entrevista a Javier Maestro: «He escrito un libro pensando en el aficionado de cualquier edad, para recordar una época única o para descubrirla y reírse»

El autor del libro, Javier Maestro

A la venta desde hace unos meses, el libro ‘Tri, tri, triple’ es una recomendación que os hacemos para vosotros, nuestros lectores y aficionados, o como regalo ahora en Navidad. Hay más libros sobre baloncesto editados a lo largo de 2025 pero éste es especialmente ameno y con una estructura que repasa más de una década clave a través de los testimonios de los periodistas y protagonistas de esa era dorada.

Publicado por Córner y el grupo Rocaeditorial, es una obra que hace un repaso a cómo cambió el baloncesto en España desde 1982. Primero con los éxitos de la selección española en el Mundial de ese año y con las medallas de plata del 83 y del 84 y luego con el nacimiento y consolidación de la ACB, hasta el declive que supone el fracaso en los Juegos de Barcelona’92 y la retirada de los jugadores clave de ese periodo existos anterior.

Hemos hecho una entrevista a nuestro compañero y fundador de esta web, Javier Maestro.

¿Cuándo decidiste que esta colección de recuerdos merecía ser contada a través de un libro?

Tenía la idea de contar algo que uniera el baloncesto, el periodismo y mi relación personal y profesional con ambas materias desde hacía unos años. En 2022 empecé a comentar con compañeros periodistas que habría que hacer un recuerdo de todo lo mucho que pasó en el baloncesto español entre 1982 y 1990. Al final, varias personas me dijeron que por qué no lo hacía yo. Lo había vivido como espectador, no en directo, pero bueno, tenía recuerdos, conocía historias de esos años, mucha gente me había contado anécdotas… y me quedé con la idea en la cabeza. En octubre de 2024, casualidades de la vida, me enteré de que tres buenos periodistas que empezaron a trabajar a principios de los años ochenta y disfrutaron muy de cerca aquella época se jubilaban. Me daba pena que desaparecieran de la escena sin ofrecer sus recuerdos personales o el testimonio de cosas que vivieron en las canchas y que tuvieron mucha repercusión en su momento.

Lo mismo en relación a otros que ya no están entre nosotros, que se pasaron a escribir o a narrar fútbol, que cambiaron la información deportiva por otros cometidos… Y lo mismo con entrenadores y jugadores. Aíto García Reneses es alguien que ha estado entrenando hasta hace pocos años, pero otras figuras relevantes como Lolo Sainz o Mario Pesquera lo dejaron hace tiempo y recordar los inicios de sus carreras y cómo cambiaron en los años ochenta me parecía interesante. También con los jugadores de esa época, claro. Así que fui entrevistando durante cinco meses a más de treinta personajes y el libro fue tomando forma.

¿Por qué crees que el baloncesto floreció tanto a partir de 1984? ¿La medalla en los Juegos de Los Ángeles lo explica todo?

No. Es una explosión que habría empezado a brotar y que esa medalla aceleró. Es difícil de explicar para el que no lo vivió y que mi libro intenta recordar. Los tres éxitos de la selección en 1982, 83 y 84 hicieron que muchos chavales empezáramos a practicar baloncesto en calles y colegios, mientras que las audiencias en televisión crecían de forma espectacular. Eso llevó a programas de radio y revistas específicas, es decir, a una bola de nieve que engordaba de año en año. Los éxitos de la selección en forma de medalla desaparecieron pero la popularidad de los jugadores españoles más famosos, no. A la vez, como los equipos españoles triunfaban en Europa, pues la fiebre por el baloncesto se mantuvo intacta hasta el Mundial de Argentina’90. Ahí sucedió un fracaso duro de asimilar, el fútbol tuvo un auge con la aparición de Canal Plus y el contrato firmado con las televisiones autonómicas y el baloncesto perdió mucho espacio mediático. La desaparición de los carruseles de radio específicos de baloncesto en la temporada 1991-92 junto con el batacazo de la Selección en los Juegos de Barcelona fueron dos losas que aplastaron ese boom del baloncesto surgido justo diez años antes.

¿Qué tenía ese baloncesto ochentero que ha hecho que quienes lo vivieron sigan recordándolo con tanto cariño?

Todo: emoción, rivalidad, una liga ACB que se convierte en la mejor de Europa hacia 1989 quitando el tradicional dominio de la Lega italiana, muchos extranjeros de calidad en los distintos equipos españoles, jugadores muy reconocibles en cada equipo, el Joventut y el CAI Zaragoza quitando títulos al Real Madrid, el Barcelona, que había sido hasta finales de los años setenta un equipo muy menor, desde 1980 es un grande que gana ligas, Copas y trofeos europeos logrando reunir alrededor de Epi, Solozabal y Sibilio auténticos equipazos… Eso en la parte puramente deportiva. Luego está la mediática, que te he contado. Ahora en la radio nocturna no se habla de baloncesto salvo el día en que termina la Copa del Rey, la liga ACB o juega España un torneo. Entre 1985 y 1992 se hacían análisis, tertulias y entrevistas a protagonistas durante una hora sin ningún problema y restando minutos y minutos al fútbol. Las personas que lo vivieron, fueran muy aficionadas al baloncesto o poco, recuerdan eso, la emoción de ir a unas canchas que se llenaban y con un ambiente muy distinto, más sano, que el que se vivía en los campos de fútbol.

La rivalidad Real Madrid – Barça… ¿era más intensa en la cancha o en los micrófonos de la radio?

Al principio la rivalidad existía sólo en las canchas. Pero cuando el Barcelona de Aíto gana cuatro ligas seguidas de 1987 a 1990, los medios de Madrid empiezan a ser críticos con el club blanco. Cada año un poco más. El fichaje de Petrovic, que el Real Madrid no ganaran la liga con él y con un mal arbitraje de Neyro además en el partido que decidió el título, soliviantó los ánimos más y el periodismo de ambas ciudades ‘se futbolizó’ bastante para defender a su equipo más representativo y atacar al máximo rival.

¿Eran más estrellas los jugadores o los periodistas deportivos de aquella época?

Sin duda, los jugadores. Pero luego unos cuantos periodistas se hicieron muy populares, por ejemplo Manolo Lama, Andrés Montes, Pedro Barthe y Ramón Trecet.

¿Esos jugadores emblemáticos los años ochenta tenían la fama de los mejores futbolistas?

Sin duda. El más popular a partir de 1984 es Fernando Martín, por cuestiones que no sólo tienen que ver con el baloncesto, pero con Epi y Villacampa muy a la par, incluso Romay, Iturriaga, Sibilio, Corbalán, Montero… Pero piensa que no había redes sociales ni internet, hace 40 años se sabía de ellos una ínfima parte porque no había vídeos o instagram donde se contaba dónde comían o quiénes eran sus parejas. Sólo Fernando quedó atrapado un tiempo en eso, y bien que le fastidiaba.

¿Qué partidos han quedado en tu memoria?

Es difícil decirlo. No recuerdo mucho de la semifinal contra Yugoslavia en los Juegos de 1984, sí algo más de la final dos días después. Sí, y mucho, la derrota contra Checoslovaquia del Eurobasket de 1985 y todo el Mundial de España de 1986. También son inolvidables todos los duelos Real Madrid-Cibona en la Copa de Europa y varios contra el Maccabi del periodo 1982-1987, lo mismo los del Barcelona contra el Aris de Salónica y la Jugoplastika desde 1987 a 1991. Fue muy emocionante la final de la Copa del Rey de 1990 entre el Cai Zaragoza y el Joventut, ganada por el equipo maño. También lo fue la de 1987, con triplazo de Solozabal para derrotar el Barça al Madrid. Inovidable la final del Partizán-Joventut en la Liga Europea de 1992, con aquel triple de Djordjevic en el último segundo. La más surrealista, dolorosa y triste, sin duda la derrota de España contra Angola en los Juegos de Barcelona, Barthe el pobre ya no sabía qué decir ni qué criticar. Y el ‘chinazo’ en el Mundial de Canadá de 1994 me distanció unos años del baloncesto, dos o tres temporadas donde apenas seguí partidos o escuché la radio.

¿Qué hubiera sido de aquel boom con redes sociales? ¿Más locura… o se habría desinflado antes?

Noooooooo, el boom habría sido aún mayor, y más intenso en cuanto a momentos clave, porque la repercusión hubiera sido mucho mayor. Solozabal y Villacampa lo explican muy bien en el capítulo final del libro. Más locura para los jugadores, sí, para los periodistas, más trabajo.

Si tuviera que elegir solo un sonido que defina aquellos años… ¿sería el “tri, tri, triple” de la SER o los gritos de Andrés Montes?

Sí, el ‘tri, tri triple’ se hizo muy popular y lo cantábamos los chavales en las canchas y patios de colegio como broma o como si estuviéramos narrando. Montes se hizo más popular en los noventa al salir en televisión. En la radio se le conocía por su estilo de narrar y jerga, pero su cara e imagen no eran conocidas apenas. Pero las voces de Lama, Forte, Luis Giménez, Barthe, Siro López, Trecet, Robirosa y algunos más se hicieron sumamente reconocibles. Aquel periodismo en la radico o en periódicos o en revistas era muy distinto, y sin duda mejor, que el que tenemos desde hace unos años, mucho más pobre, sin viajar, sin contacto apenas con los protagonistas. Hasta incluso el inicio del siglo XXI la relación cercana y casi de amistad entre jugadores, entrenadores y periodistas ha existido. Con alguna discusión también, por supuesto, pero todos en el mismo barco.

De todas las broncas, piques y peleas legendarias de aquella época… ¿cuál es su favorita?

Nada comparable a los piques de Drazen Petrovic contra el Real Madrid entre 1984 y 1986. Luego, las visitas del Barcelona a Salónica, con lanzamiento de objetos y bengalas cada temporada.

Las revistas de baloncesto fueron un fenómeno especial alrededor del éxito que vivían el baloncesto y el periodismo.

Hoy los que tienen 25 años o menos no han conocido un kiosko hasta arriba de periódicos y revistas. Y casi todo funcionaba. Había en especial a mediados de los ochenta una variedad de revistas enorme y las de política, coches y deportes eran lo más comprado. Entre estas últimas, de repente las de baloncesto tuvieron un apogeo espectacular. Había cuatro vendiendo entre 50.000 y 100.000 ejemplares de cada número, bien como mensuales, bien como producto semanal. Y otras dos que también sobrevivían. En 1990 ya sólo Gigantes del Basket se vendía bien y varias habían cerrado.

La cubierta del libro

¿Qué parte de ese boom cree que nunca volverá… y cuál cree que podríamos recuperar?

Casi nada de esos años ochenta puede volver porque la sociedad y el deporte han cambiado. Los éxitos de la selección durante el siglo XXI fueron enormes y continuos, pero tenían eco durante unos pocos días. No durante la temporada. Algunos jugadores se hicieron muy populares, pero no todos los internacionales como sí pasaba en los ochenta. Los periódicos ahora apenas se venden, no hay revistas y la liga ACB y la Euroliga se emiten en un canal de pago con bajas audiencias aunque muy cuidados en cuanto a calidad en la retransmisión. El aficionado potencial no tiene baloncesto en abierto salvo dos semanas con la selección en verano. Es decir, ninguno de los pilares que elevaron el baloncesto hace cuarenta años, está ahí, a la vista, dispuesto para levantar un nuevo edificio que agrande el número de aficionados. Ahí tenemos un problema grave de difícil solución: cómo atraer a más chicos jóvenes a este deporte y cómo agarrar al que ahora está en los cuarenta y lleva un tiempo despegado. Este libro permite acerca historias de este deporte, rivalidades y anécdotas, de forma ágil y amena a todos ellos, al que las vivió de niño, al que las escuchó a sus padres o al que no sabe nada porque nació este siglo y para ellos Los Angeles, Epi, Villacampa, Larry, Bird, Kukoc, Sabonis, Siro López o Pedro Barthe son nombres desconocidos. Va dirigido a gente de cualquier edad, para recordar una época única o para descubrirla, comprenderla y reírse.

¿Qué le diría a un chaval de 18 años de hoy para que entienda lo que significaba el baloncesto en los 80?

Que lo que ve hoy en día un adolescente de inmediato relativo al fútbol en vídeos, tik-tok, redes sociales, etc era algo que, en menor proporción por supuesto, recibíamos los chavales hace cuarenta años y con 24 horas de retraso. Leíamos en los periódicos o escuchábamos en la radio lo que había pasado el día anterior, las ofertas a un jugador, los fichajes o renovaciones. Y estábamos expectantes. Teníamos mucha información pero en dosis y medios de comunicación diferentes y con retraso. También le diría que había niños jugando en cada colegio o cancha pública en los barrios. Y que lea mi libro para empaparse de algunas cosas, que además se sorprenderá con algunas situaciones y se reirá con las anécdotas.

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