Dice Pablo Laso que es la temporada donde menos creían en ellos. Más bien el año donde parte de la afición y del propio club no creía en ganar algún título tras la lesión de Llull. El negativismo allá por octubre estaba dentro y alrededor de ellos. El equipo reaccionó fichando a Randle pese a que había opciones mejores en el mercado y estaban Doncic y Campazzo para hacer de bases y empezó a jugar con el resto.
En octubre y en noviembre el Madrid funcionaba bien pese a la baja de Llull, al que se esperaba para marzo-abril. Llegaron las de Kuzmic, larga por ser también de rodilla, y las de Randolph y Ayón, de dos y tres meses. El juego interior quedó roto.
El Madrid estuvo listo y atento para fichar a Walter Tavares, al que sus agentes llevaban dos meses ofreciendo al Barcelona. El club azulgrana les daba largas y les remitía a este verano en vez de ficharlo y quedárselo o cederlo. La entidad blanca no se lo pensó y le puso casi 6 millones brutos por tres temporadas. Dada su juventud y potencial, parece un chollo.
Un error más con pinta de decisivo en el Barça tras los de Rudy y Ayón, que regaló a su eterno rival. Tavares empezó tímido pero para febrero ya se dejaba sentir su presencia bajo los aros que fue a más a partir del playoff en la Euroliga contra el Panathinaikos.
Llull volvió en esa serie y el Madrid fue campeón de Europa en una Final Four donde se mostró muy superior. Luego lo ha sido de la Liga. Por el camino quedaron dos ‘cadáveres’, Maciulis y un Randolph que no parece tener sitio vistos los roles de los demás y su nula aportación.
Ahora se va Doncic, llegan Prepelic y Deck, no hay que descartar algún otro jugador y hay que resolver la continuidad de Thompkins y el futuro de Randolph. Thompkins ha dicho esta tarde que «hablaremos y trataremos de arreglar las cosas. Sinceramente, no puedo decir cuál va a ser mi futuro porque no lo sé. Me gustaría seguir aquí. El Madrid es como mi casa».
Laso dice estar «muy contento, feliz y orgulloso de los chicos. Ha sido una temporada increíble, en la que nos ha pasado de todos. Ganamos la Liga Endesa, la Euroliga y se nos escapó la Copa del Rey en la última jugada. El año en el que nadie creía en nosotros. La temporada del Baskonia ha sido brillante, increíble durante toda la temporada. No tengo más que buenas palabras para todo mi equipo, jugadores, staff técnico, fisios, médicos, Juan Carlos, Alberto, Gica… El resultado es lo que mira todo el mundo, pero yo me siento orgulloso por el gran trabajo de todos».
El entrenador blanco destaca que tengo la suerte de estar en un gran club. Ahora todos hablan de Luka Doncic y su éxito no es de Pablo Laso, hay mucha gente detrás. El trabajo está encaminado a ser lo que somos, un equipo que quiere ser competitivo. Me enorgullezco que salga Dino Radoncic y se deje la vida en un partido de Playoff. Eso intentamos que lo tengan desde muy jóvenes. La exigencia es máxima y yo soy el primero que les obligo a que disfruten mucho esto. Pasamos muchos días juntos, viajando, perdiendo y me gusta que disfruten. No hay una fórmula, hay grandes profesionales a mi lado, un gran club, una gran afición y lo que más felices nos hace es que el aficionado del Real Madrid se sienta orgulloso de su equipo».