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Contracrónica de la final: la sobriedad de un gran Brad Oleson silenció la que pudo ser su casa

Anotador compulsivo en Fuenlabrada, su astucia le llevó a reconvertirse en un gran jugador de equipo en Vitoria, pero es ahora en Barcelona donde Brad Oleson aúna ambas facetas en el que probablemente sea el mejor momento de su carrera.

En la que pudo ser su casa -de no ser porque cierto técnico le descartó sin ni siquiera verle en directo-, el escolta hispano-estadounidense culminó la remontada blaugrana presumiendo de nervios de acero, pues no le tembló el pulso en los dos tiros libres que decidieron el triunfo visitante.

Así, el de Alaska puso la guinda a su buen partido individual, que trasciende unos más que aceptables 14 puntos y 4 pases para canasta. Defensor implacable -Carroll da fe-, Oleson reenganchó al Barça cuando éste amagó con desconectar una primera vez y con 4 tantos, 2 asistencias y un robo impulsó un parcial de 0-11 mediado el tercer acto que igualó de nuevo el choque.

Después, presenció desde el banquillo cómo el Real Madrid desperdiciaba un segundo despegue en el luminoso merced al acierto de Navarro, a quien reemplazó justo antes de los susodichos lanzamientos libres.

Con ese objetivo se le fichó: suplir las ausencias de ‘la Bomba’ y darle descanso, pero el de Alaska es mucho más. El empaque que concede al Barça es bestial y difícilmente podría haber encontrado Xavi Pascual otro baloncestista que encajara tan bien en su filosofía y esquemas. Sin ir más lejos, resulta harto complicado imaginar similares líneas en este contexto dedicadas a Carl English -la alternativa que Creus manejó hasta última hora-, mientras Oleson recoge sus merecidos halagos desde la pasada Copa del Rey.

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