Con lo difícil que es llegar a una final de Euroliga por el alto nivel de 7-8 equipos del continente, está claro que el perdedor se lleva un palo tremendo. Le pasó el año pasado al CSKA, gran favorito y que tenía la final ganada por su amplia renta mediado el último cuarto. Esta vez le tocó al Madrid, que ganaba por 17 en el minuto 10 y las metía todas al tiempo que defendía de cine. Luego tuvo dos cuartos flojos y con problemas, pero empezó el último con empate a 61 y había final de nuevo. Pero se colapsó de nuevo el equipo blanco y la larga travesía desde 1995 sigue sumando años de frustración. La novena Copa de Europa se resiste para la entidad madridista.
El Madrid metió 27 puntos en el primer cuarto y lo ganó en valoración 39-2. El Olympiacos le devolvió esos 27 tantos en el segundo para casi empatar al descanso y con un 35-5 en valoración para los helenos en este segundo parcial.
Así de intensa fue esta final. Hace 35 años, en 1978, estos equipos se midieron por primera vez en aquella Copa de Europa y desde entonces ha habido muchas guerras y duelos clave, sobre todo en los años noventa.
Hubo también altibajos a nivel individual como los hubo de los dos equipos en global. Del desaparecido Carroll al Spanoulis que valoraba -10 al descanso de forma extraña por tres pérdidas de balón y cinco lanzamientos errados. Pero se recuperó anotando 12 y 3 triples en el tercer periodo. Begic estuvo impresionante al principio con 3 canastas y 3 tapones y luego desapareció durante muchos minutos de la pista.
Spanoulis siguió dominando el tempo en el cuarto final hasta acabar como MVP de la Final Four por tercera vez en su carrera. Totalizó 22 puntos y 5 triples, toda una exhibición en la segunda mitad.
El Madrid debe entender que encajar 90 puntos en los tres últimos cuartos, con 39 en el último, cuando estás empatado a 61 o con un 70-67 a siete de la conclusión no es de recibo. Dejó de defender cuando más tocaba hacerlo. Llull volvió a estar mal y Mirotic no ha existido en esta Final Four.